El conjunto de General Rodríguez derrotó 2 a 0 a Deportivo Paraguayo y consiguió el tan ansiado ascenso.
Los dirigidos por Néstor Retamar golpearon de entrada al equipo Guaraní, ya que tras un arranque intenso, en los primeros instantes del partido consiguió un tiro de esquina. Allí ensayaron una jugada preparada, Ybares salió del área chica a recibir, giró y le dejó la pelota a su compañero Gonzalo Valenzuela, que gambeteó a la defensa y colocó un remate fuerte al ángulo, haciendo estéril el intento del arquero rival. Gol de Atlas y delirio en el estadio de Almirante Brown.
Sin embargo, los de Fabián Cabello fueron en busca del empate y comenzaron a manejar el balón, haciendo que el mediocampo y la defensa del Marrón estuviera cada vez más cerca del arco defendido por Ricardo Grieger, el héroe de los cuatro penales atajados en semifinales ante Liniers. Pese a los embates. Paraguayo, no logró ser efectivo, ya que varias veces sus futbolistas quedaron en buenas posibilidades de gol y fallaron. La suerte parecía estar del lado de los Guerreros de Retamar, que no paraba de dar indicaciones. El DT vivió la final de manera muy intensa.
En la etapa complementaria, Atlas salió a disputar el cotejo en mitad de cancha, manejando el balón con criterio y atacando por las bandas, sobre todo cuando se conectaban González, Valenzuela, Flores y Fernández, eje del mediocampo, aunque condicionado por una amonestación temprana. Fue así que tras el cuarto córner en su favor, ejecutado por Valenzuela, encontró la cabeza del mediocampista Nicolás Pérez, que tras un testazo certero al rincón, ubicó la pelota a la derecha del guardameta y puso el 2 a 0 para los de General Rodríguez. Nuevamente el Marrón convertía en los primeros minutos y dejaba descolocado a su rival.
A partir de allí, pareció una radiografía de la primera parte tras el gol, porque Atlas cedió la iniciativa y Deportivo Paraguayo siguió intentando llevar peligro a una defensa que pudo resistir con Pardo, Correa y Gamarra, como tres de los estandartes del elenco vencedor.
El tiempo parecía no transcurrir más y los minutos finales se hicieron eternos. Las lágrimas de algunos allegados y dirigentes no se podían contener. En Paraguayo, Martínez se hizo expulsar de manera infantil tras una dura infracción desde atrás. Atlas defendió con alma y vida cada pelota, aferrándose a aquello por lo que tanto luchó y muchas veces se le había escapado.
Tras los 6 minutos adicionados por Zamora, el pitazo final desató la alegría, el festejo y el llanto contenido. Tantas veces se le había negado la tan ansiada consagración a este club que desde hace 15 años comenzó una reconstrucción deportiva e institucional y que logró traspasar las fronteras con el famoso reality «Atlas, la otra pasión», haciéndose conocer y querer en varios países de Latinoamérica por su historia humilde, llena de sacrificios y valores.
Esta fue la sexta final que disputaron los Guerreros y por fin C le dio. El llanto de Néstor Retamar, el abrazo con su cuerpo técnico y con cada uno de los futbolistas hicieron que el 30 de enero sea un día inolvidable y lleno de gloria para todos sus hinchas. «Había dejado de dirigir y mi viejo me pidió que vuelva. Me dijo que quería ver a su hijo campeón y siento que le cumplí», declaró entre lágrimas el entrenador emblema.
Quien fuera catalogado por un diario sensacionalista como el peor equipo del fútbol argentino, «el último de los últimos», el club fundado por Ricardo Puga un 17 de agosto de 1951 para disputar los Campeonatos Evita entre los barrios de Chacarita y Villa Crespo, que tuvo su cancha en el bajo Martínez y que penó por décadas para no salir último en la D, antes y después de las desafiliaciones, escribió su página más gloriosa. Atlas rompió el maleficio, Atlas hizo historia y jugará por primera vez en la C, en sus casi 70 años de historia.
Este ascenso es el premio a tantos años de esfuerzo, constancia, perseverancia y trabajo. A un plantel humilde y sacrificado que en la pretemporada en Uruguay, se comprometió a conquistar este objetivo y tras un larguísimo campeonato, con un parate por la pandemia incluido, lo logró. Es mérito también de una dirigencia encabezada por Maxi Ambrosio, que nunca se dejó llevar por los malos resultados y pese al dolor y la frustración por cada final perdida, no se rindió y siguió peleando por el gran sueño. Y que decir de ese gran DT, que con sus arengas hizo erizar la piel a cada futbolista y espectador en la pantalla del docu-reality. Si hasta daban ganas de salir a la cancha y dejar todo en cada pelota, como lo hicieron sus dirigidos esta tarde ante Paraguayo. Como dice la canción de la banda Locura Roquefort: «Con la arenga del gran Retamar somos todos invencibles».
¡Salud, Atlas, salud Guerreros!
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