La liga nacional de fútbol americano de los EE. UU. es la más competitiva del mundo, y de eso no me cabe la menor duda. Para esto implementó una serie de políticas que emparejaba a los equipos chicos con los grandes.
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En 1994, se estableció el tope salarial o “salary cap”, que pone un límite al dinero que puede gastar un equipo en la contratación de jugadores. Ese límite se calcula en base a los ingresos que obtiene la liga de la televisión, tickets vendidos, derechos de marca, publicidad en los estadios y algunos ítems menores más. El total de los ingresos se divide en 32 equipos y de allí sale el monto que pueden gastar.
El tope cambia todos los años, a veces sube y a veces baja. Este año, lo máximo que puede gastar un equipo en salarios de plantel es de $182,5 millones. Si un equipo se pasa de ese monto, debe cortar jugadores o renegociar contratos.
Este movimiento logra que equipos con un mercado pequeño, como los Tennessee Titans, puedan competir contra los Pittsburgh Steelers, al ofrecer un contrato alto a un jugador que ya no pueda ser mantenido en la plantilla de otro equipo.
En una próxima entrega daremos cuenta de los valores de los contratos más importantes de la NFL.
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