Celia Cruz
La alegría de vibrar al son del azúcar y el ron
La niña cubana que cantaba en la vereda se convirtió en la mujer universal que llenó de son y de alegría caribeña a todos los rincones del mundo.
Triunfó en Estados Unidos, lloró su patria cubana, bailó en España e hizo bailar a todos los que la escucharon en cada país donde su voz llegó.
Sus orígenes humildes nunca quedaron atrás: la simpleza y la transparencia la acompañaron siempre. Hermana de sus amigos, porque su compromiso con la amistad era un pacto de familia.
Tan reservada como simpática y risueña, se cuidó siempre de hacer «vida pública».
Nos puso ¡Azúcar! en la sangre y nos hizo dulce la vida.