Miguel Abuelo
De la palma de su lengua salió su infinita creatividad y su histrionismo se hizo piel.
Su pequeña figura se hace grande en el escenario. Pero también se hace grande en la vereda, en la calle, en el ring.
Miguel vivió sin hogar o su hogar fue la calle o la calle lo recibió y lo convirtió en su hijo. Fue boxeador y también «pendenciero», quizás como una manera de devolver las trompadas que le dio la vida.
Y también fue todo dulzura y poesía, a punto tal que los poetas del rock se miraron en su espejo.
Viajero incansable que nunca perdió las raíces de la palma de su lengua: respetuoso del español, lo veneró y lo llevó al límite, regalando los versos que cambiaron el rock nacional.
Su obra «Mariposas de madera» inspiró a otro «himno de nuestro corazón»: Muchacha ojos de papel, del Flaco.
Desinhibido en el escenario, le trajo la alegría al rock. Aún sus letras menos «divertidas» expresan optimismo.
Se fue joven, dejando el interrogante de todo lo que podría habernos dado.
No eligió ser músico. Lo eligió Dios para que sea músico.