Su amor por la literatura y las artes, el trabajo que llevó adelante en la emblemática revista y editorial Sur, junto con una personalidad de vanguardia, la convirtieron en una de las mujeres más notables de la cultura argentina.
Nacida un 7 de abril de 1890 en el seno de una familia aristocrática argentina, Victoria fue la primogénita de Manuel Ocampo y Ramona Aguirre. El matrimonio tuvo cinco hijas más, la menor fue Silvina. Las Ocampo fueron educadas en su hogar con institutrices que les enseñaron, entre otras cosas, francés e inglés sin que tuvieran que asistir al colegio. Residieron en San Isidro, en la mansión Villa Ocampo.
Desde niña Victoria fue una ávida lectora a la que su madre no le permitía leer, sin embargo ella escondía libros como Balada de la cárcel de Reading, de Oscar Wilde, debajo de la almohada.
En varias ocasiones manifestó su voluntad de estudiar teatro y convertirse en actriz, lo cual fue prohibido por su padre. Inmersa en el mundo literario, en 1920, se publicó su primer artículo en La Nación sobre La divina comedia, de Dante Alighieri, titulado Babel. Luego publicaría sus primeros libros: De Francesa a Beatrice (1924) en Revista de Occidente gracias a José Ortega y Gasset y La laguna de los nenúfares (1926).En 1933, Victoria creó la Editorial Sur para concretar su proyecto de difusión literaria y, así, publicar novedades de autores no solo nacionales, sino también extranjeros.
En 1958, fue nombrada como parte del Directorio del Fondo Nacional de las Artes (FNA), cargo al que renunciaría en 1973. En 1962 creó la Fundación Sur con el objetivo de «promover actividades educativas, culturales y artísticas que tiendan al esclarecimiento y a la elevación espiritual a través de la difusión de las obras o ideas que resulten aptas para tal fin”.
Victoria Ocampo fue la única mujer designada como miembro de la Academia Argentina de Letras. Sucedió en 1977, poco antes de su muerte. Actualmente es considerada una mujer adelantada a su época que dedicó su vida y su fortuna a fomentar la cultura, invitando escritores y publicando sus libros en nuestro país.
«Resulta ya difícil concebir la cultura argentina sin Sur, y a la vez uno no puede dejar de asombrarse de que Sur haya sido posible, sobre todo ahora, cuando no puede imaginarse a alguien que, como Ocampo, dedicara su vida y su fortuna a un proyecto que entonces, en 1931, era incierto. Además, si hubiera una Ocampo, no habría todo el resto», comentó el periodista Pablo Gianera en 2021, cuando la revista Sur cumplió 90 años.
Y agregó: «Por otra parte, la idea de ‘grupo’, referida a Sur, resulta problemática. Lo que se llama ‘grupo Sur’ parece haber sido más bien una formación heteróclita que excedía a la revista y a la editorial, aunque sería inconcebible sin ellas. (…) Esto explica algo más relevante: que Sur, el grupo, no conformara un frente estético de ambiciones artísticas comunes. Nada tenían que ver Jorge Luis Borges y Jean-Paul Sartre, por decir dos nombres», concluyó Gianera.
Por otra parte, y en relación con su propia escritura, Victoria llevó adelante la publicación de su Autobiografía. Se dividió en seis tomos, publicados entre 1979 y 1984. El primero de ellos había comenzado a escribirlo en 1952.
Victoria Ocampo y el cine
Victoria sintió siempre pasión por las artes cinematográficas y publicó sus crónicas en periódicos de la época. Se interesó especialmente por el género documental y el neorrealismo italiano. En la revista Sur publicó su primera reseña cinematográfica, sobre el documental de Robert Flaherty, Hombres de Arán, que trata sobre un pueblo irlandés de pescadores que viven aislados de la modernidad.
Eduardo Paz Leston recopiló y analizó estas mismas reseñas en su libro Victoria Ocampo va al cine. Allí, le da forma a un retrato inédito y minuciosamente documentado sobre este excepcional personaje.
La escritora siempre mostró un gran interés por la actuación y por el papel que ocupaban las mujeres en el campo profesional y artístico. Incursionó también en la producción, actividad que inició con la película Tararira, dirigida por el poeta rumano Benjamin Fondant (asesinado en Auschwitz). Interpretada por el Cuarteto Aguilar español, junto a Iris Marga y Orestes Caviglia, esta película fue un ejemplo de integración cultural, anticipando el carácter transnacional del cine.
Victoria Ocampo consideraba que el cine era muy importante en el desarrollo de la cultura del siglo XX, destacando, por ejemplo, la importancia del director de cine soviético de Sergei Eisenstein en la construcción del lenguaje cinematográfico e intentando que filmara una película en nuestro país. Al percibir que el neorrealismo modificaba los cánones de la narración, se relacionó con el director Vittorio De Sica, gran exponente del género en los años ’40
Villa Ocampo y Villa Victoria
Para conocer más sobre esta figura emblemática de la cultura nacional, se puede visitar tanto Villa Ocampo (Elortondo 1837, Beccar, provincia de Buenos Aires). Se trata de una mansión construida en 1891 y que, con el tiempo, se convirtió en el punto de encuentro intelectual de una diversidad de escritores, artistas y pensadores, tanto del país como del exterior. Villa Victoria (Matheu 1851, Mar del Plata), de estilo inglés, fue la casa de veraneo de la familia Ocampo.
«En 1973 Victoria Ocampo decidió donar Villa Ocampo a la UNESCO motivada por aquellas coincidencias entre sus valores y los de la Organización: la cultura como factor de desarrollo y de inclusión social, la promoción de la diversidad cultural y de los derechos de la mujer, la tolerancia y la apertura a ideas y creencias ajenas», dicen desde Villa Ocampo. En el caso de Villa Victoria, desde 1981 funciona como centro cultural, dependiente del Ente Municipal de Cultura, a cargo de la Municipalidad del partido de General Pueyrredón, en Mar del Plata.
Fuentes: Fundación Sur, Fondo Nacional de las Artes, Unesco Villa Ocampo, MNBA, Perfil, Clarín, La Nación.
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