El órgano legislativo de Brasil votó a favor del informe de una comisión especial encargada de investigar el manejo del Ejecutivo, durante la pandemia de Covid-19. Se acusa al presidente Bolsonaro de crímenes contra la humanidad, malversación de fondos públicos, tardanza deliberada en compra de vacunas, promoción de falsos tratamientos, entre otros.
Fueron siete los votos a favor y cuatro en contra, para que la comisión del Senado de Brasil aprobará el informe lapidario contra el mandatario de extrema derecha. Se pide procesar al líder del Gobierno Federal por el manejo que tuvo durante la crisis sanitaria del coronavirus. El informe, que tuvo una duración de seis meses de investigación, señala unas 120.000 muertes que podrían haberse evitado. En el mismo se pide levantar cargos contra otros funcionarios de alto rango y tres hijos del presidente.
En el texto, se enfatiza que “si se hubieran aplicado sistemáticamente medidas no farmacológicas, se podrían haber reducido los niveles de transmisión del covid-19 en aproximadamente un 40%, lo que significa que se podrían haber salvado 120.000 vidas para fines de marzo de 2021″
Algunos de los hechos puntuales de que la comisión acusa a Jair Bolsonaro es por haber tardado de forma deliberada en conseguir inoculantes para la población, hacer caso omiso a indicios actos de corrupción en su administración mientras se desarrollaba la crisis sanitaria, no haber tomado medidas cuando colapsó el sistema médico en el Amazonas y el fomento de terapias que no contaban bajo algún rigor sanitario o reguladas por un organismo sanitario.
En las 1.288 páginas del informe final, los senadores sostienen que el Gobierno Federal expuso de manera deliberada a la población a un “riesgo concreto de infección masiva”. Una de las acusaciones más fuertes es la de “epidemia con resultado de muerte”, entre otras pesan la de falsificación de documentos y uso irregular de fondos públicos.
Además, los senadores que forman parte de la investigación han pedido que el presidente sea suspendido de “todas las redes sociales” por la difusión de noticias falsas. Incluso se acordo pedirle a Google, Facebook y Twitter los datos sobre la actividad online de Bolsonaro desde abril del 2020, para luego ser enviados a un fiscal y de ahí poder llegar a la Corte Suprema de Brasil.
En marzo de 2020, cuando Brasil comenzaba a sufrir una suba exponencial de casos, Bolsonaro dijo que el coronavirus era una «gripezinha» y «resfriadinho». También, en ese mismo periodo, cuestionó el cierre de escuelas y los confinamientos sanitarios recomendados por expertos. Una serie de gobernadores y alcaldes formaron una coalición para seguir con los cuidados a contramano de lo que indicaba el Ejecutivo.
Desde el inicio de la pandemia, Bolsonaro nombró cuatro ministros de salud. Los primeros funcionarios (Mandetta y Nelson Teich) tuvieron roces con el presidente al momento de proponer políticas sanitarias, desde Brasilia se mostraron reacios a seguir con cuarentenas y restricciones. Teich fue presionado por el mismo Jefe de Estado para usar tratamientos contra el coronavirus que no contaban con ningún sustento científico, como el uso de la hidroxicloroquina como paliativo para la enfermedad. El militar Pazuello fue el tercer titular de la cartera pero debió irse en medio de acusaciones por corrupción. En marzo de 2021, cuando se desarrollaba una nueva escalada de contagios, Marcelo Queiroga asumió el mando del ministerio.
A comienzos de este año, la ciudad de Manaos comenzó a reportar un crecimiento severo de pacientes con el Covid-19, el sistema de salud se saturó al punto tal de acabarse los tubos de oxígeno para los hospitales, sumado a la ocupación de camas de cuidados intensivos, la región del Amazonas, en el norte brasileño, vivió una situación desesperante. Los cadáveres se juntaban en las morgues, al punto tal de que se debió hacer fosas comunes en el cementerio de la ciudad.
Brasil es el país más afectado por la pandemia en América Latina y el tercero en el planeta. Los infectados se contabilizan en 21.651.910 de forma oficial y 603.521 las personas que perdieron la vida a causa del virus, mientras que se estima un número de 234.981 pacientes que actualmente están cursando la enfermedad en el país sudamericano.
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